jueves, 22 de noviembre de 2012

Una Noche Con Los Vinos De Achaval Ferrer


En octubre estuve en una degustación muy especial de Achaval Ferrer realizada en la vinoteca Autre Monde de Víctor Nastasi, en Palermo. La misma estuvo dirigida por el sommelier de la bodega, Pablo Tasso, quien nos contó varias historias interesantes de como se formó el emprendimiento y particularidades de su enólogo star Roberto Cipresso.

Achaval Ferrer es una bodega especial. Bastante especial. No solo por la calidad de sus vinos o los altos puntajes que cosecha año tras año de la prensa especializada, sino por su gestación, su desarrollo y los conceptos enológicos que persiguen. También es especial la forma en que se manejan, por lo general no asistiendo a ferias o eventos masivos, por lo cual
esta degustación era una oportunidad para no desaprovechar.

Recuerdo que en una reunión hace un tiempo, alguien conocido de la industria vitivinícola local nos decía a los presentes "... en la enología argentina hay un arco de 180 grados, y en los dos extremos están Cobos y Achaval Ferrer...". Esto venía a cuento de otra cosa en ese momento, pero la frase me quedó grabada, sobre todo porque creo que es bastante certera.

Es certera porque si consideramos en un extremo la opulencia frutal, el paladar goloso, cálido y avasallante, ahí podemos ubicar a Cobos, mientras que en el otro rincón... la acidez como eje y sostén, la complejidad, el equilibrio, la sutileza del factor misterio en vinos que generalmente hay que esperar para descubrir, ahí encontramos a Achaval.

Aclaro que no me pronuncio ni por uno ni otro estilo. Hay quienes se prenden en esa discusión, cual si fuese un Menotti vs. Bilardo, pero yo prefiero disfrutar de cada cosa, en su momento y ocasión. De todos modos eso sería tema de otro post, mejor vamos a lo que fueron los vinos esa noche.




Achaval Ferrer Malbec Mendoza 2011. Mayor Drummond, La Consulta y Medrano. Rojo granate con reflejos violáceos, profundo, limpio y brillante. En un primer instante, se sienten aromas a uva recién despalillada y vegetales. Aireando la copa y con el correr de los minutos
aparece fruta fresca y ácida, con fondo de tonos a eucaliptus y ahumados. Madera suave y bien integrada. Leve nota de alquitrán(!). Ataque seco, pero fresco y envolvente. Cuerpo medio pero con buena estructura. Muy buena acidez. Final medio-largo con retrogusto que responde a los descriptores aromáticos. Fruta, madera, acidez, alcohol, todo en buen equilibrio. Es un vino franco y bien balanceado

Achaval Ferrer Cabernet Sauvignon Mendoza 2011. Luján de Cuyo. Rojo rubí oscuro con leve reflejo granate. Primeramente se sienten notas a cassis y un leve piracínico. Con las sucesivas aireaciones, además de lo anterior, se perciben recuerdos a pimiento y cuero, muy configurando una expresión aromática atractiva e interesante, y además una llamativa nota a caramelo ácido. Ataque seco, franco, muy redondo en boca. Muy bebible. Final medio-largo con agradable retrogusto. Está para tomar ahora, es un vino sabroso.

Achaval Ferrer Quimera 2006. 34% malbec de Medrano y Luján de Cuyo, 32% merlot de Tupungato, 22% cabernet sauvignon de Medrano y Tupungato, 12% cabernet franc de Tupungato. Rojo rubí de buena intensidad, con reflejos granates y levísima evolución. Al acercar la nariz a la copa se perciben reminiscencias licorosas y minerales con una leve nota a cuero; también se sienten algunas notas frescas como a menta. El perfil mineral está muy marcado. Con la aireación mantiene la misma paleta aromática agregando mas notas frescas (frutas ácidas, higo fresco). Franco, ataque seco, redondo y estructurado. Está en un muy buen momento pero aún evolucionando. Final larguísimo y complejo, con retrogusto fiel a sus descriptores. Es goloso, pero muy elegante. Muy buen vino

Achaval Ferrer Quimera 2010. 31% malbec, 27% cabernet sauvignon, 20% merlot, 18% cabernet franc, 4% petit verdot. Rojo rubí de buena intensidad y limpio. En un primer momento, se sienten aromas a regaliz, frambuesa, goma(!), notas minerales, tabaco y hongos secos. Al ganar aireación mantiene los primeros descriptores y se agregan notas a licor de cassis y hierbas aromáticas. La madera está muy bien puesta pero aún integrándose al conjunto. Franco, seco, bien estructurado. Muy equilibrado. Final largo y con retrogusto amargo muy agradable. Seguramente va a mejorar con la guarda, estaría bueno probarlo nuevamente en un par de años.

Achaval Ferrer Malbec Finca Mirador 2006. Medrano. Rojo granate de buena intensidad, levemente evolucionado. Al percibir los primeros aromas se siente una clara nota a grafito y algo de licor de cassis. Al continuar con la aireación se percibe claramente el gran mix entre mineralidad y fruta evolucionada, con toques florales. Ataque seco, MUY franco, el paso por boca es importante pero de manera muy elegante. La acidez es la columna vertebral que sostiene una buena estructura y otorga un final muy largo y placentero. GRAN vino.

Lo que pude encontrar en todos los casos son vinos que mejoran con la aireación en la copa, e incluso a algunos de ellos los ayuda mucho el decantador. Otro denominador es el potencial de evolución que manifiestan, la complejidad de la expresión en distintas capas que van mostrando y que los hace fascinantes. Alguien durante la cata me dijo que eran vinos para un público especial, yo pienso que pueden ser algo dificiles para el público mayoritario, que busca expresiones inmediatas y no espera. Y su atractivo reside justamente en eso, el descubrirlos, especialmente Quimera y Finca.

De todas maneras son una experiencia de la cual ningún enófilo debiera privarse. De acuerdo, su precio los ubica en un rango dificil de acceder para todo el mundo, pero existen formas de poder disfrutarlos, en una ocasión como esta o compartiéndolos entre varios amigos.

Un agradecimiento final a Pablo por la gran charla y amena degustación, y a Víctor por la atención e impecable servicio, todo en su lugar como siempre: copas, temperatura, decantación. Así da gusto.

sábado, 17 de noviembre de 2012

La Que Tocaba El Baterista Del Circo


Era uno de esos circos que recorrían los pueblos del interior durante los '70s en Argentina. Llegaban, se anunciaban con megáfonos o grabaciones estridentes desde un auto que recorría la ciudad, y el sábado gran debut gran. 

Fuimos con mi viejo, y en la avidez e inocencia de la niñez no me perdía detalle de todo lo que pasaba delante de mis ojos.Leones somnolientos, domadores, payasos asustadores, tigres, elefantes, todos pasaban delante de mi asombrada mirada. 

Al final de cada acto, una pequeña banda tocaba 2 o 3 canciones de manera incidental, para entrener al público. El repertorio no era muy amplio, y los temas se iban repitiendo de una entrada a otra. Pero hubo uno que me quedó grabado por su pegajosa melodía, a pesar de la limitada interpretación. Una cadencia imposible de olvidar me invadía cada vez que lo escuchaba.

Lo gracioso fue, al momento de la presentación estelar de los equilibristas, que uno de ellos era el que oficiaba de baterista(!) de la banda entre-actos. Se lo advierto a mi viejo y me hace un comentario alabando la polifuncionalidad del hombre, pero también la capacidad ahorrativa del dueño del circo, al cubrir dos puestos tan disímiles con la misma persona. Un Bilardo circense(?)

Poco tiempo después, acompañando a mi madre y una tía en una tarde de compras en la zona céntrica de Tandil, me llevan a tomar la merienda en un bar, y en la música que sonaba otra vez aparece el mismo tema que había escuchado en el circo, pero en su interpretación original (supongo). Por esas cosas que no se explican, no se me dio por preguntar a los mayores que canción era, o quien era el artista, tal vez por lo raro de tratarse de un tema instrumental. A esa edad generalmente nos atraen las cosas mas inmediatas, alguna canción de 3 minutos con su estribillo pegadizo. Esto era algo distinto, que no sabía muy bien por qué me gustaba.

Bastantes años después, ya en la adolescencia y con el fervor del interés musical en ebullición, me prestan este album:





Ya la tapa me pareció una cosa de locos, eso tenía que ser bueno. Lo pongo y al empezar a escucharlo fue atracción inmediata. Pero lo mas grosso fue al llegar al track número 7 descubrir el famoso tema del circo y aquél bar. Esa melodía inolvidable que se me había quedado enganchada en el subconciente desde mi niñez era ni mas ni menos que Samba Pa Ti de Santana:





Al fin me re-encontraba con esa melodía y todo volvía a cobrar sentido. El circo, aquél bar, y esos años de inocencia en que las cosas te gustan o no, sin mas vueltas, y no te hacés muchas preguntas al respecto. Solamente atrapar un instante de belleza y ser feliz. 

Agradecimiento y vida eterna al batero equilibrista.


domingo, 11 de noviembre de 2012

El Corte


...era una banda que tenía Javier Calamaro allá por el año 86-87 del siglo XX. Al influjo de lo que sucedía en Europa en ese momento, se volcaban a un dark-rock con muchas deudas a The Cure o Bauhaus, como podrán apreciar:





Así como en esos años se le daba por la oscuridad, luego se volcó por el hard-rock a comienzos de los '90 (Los Guarros), después la rumba, y hasta el tango o las interpretaciones melódicas a la manera de un Sandro moderno. En fin, un optimista(?) de la ubicuidad.

Por suerte el corte no solo tiene que ver con músicos faltos de inspiración. Generalmente suele ser la mejor expresión de la enología, y 2012 creo que ha sido el año en que he ido volcando mi preferencia por este tipo de vinos. Ya sea en las típicas mezclas cabernet-malbec-merlot que estamos más acostumbrados o en assemblages con 4 o 5 componentes; o incluso aunque sea un varietal técnicamente hablando, si veo que tiene un pequeño corte con algo mas, definitivamente logra acaparar mi atención.

Sin querer, gracias a varias compras que fui haciendo, se configuró en mi cava una pequeña degustación. Cinco blends cosecha 2009, en el rango $72-$115 , a ciegas. Los vinos en cuestión eran:

Cuvelier Los Andes Colección 2009. 15% alc. Bodega Cuvelier De Los Andes, Vista Flores, Valle de Uco. 59% malbec, 15% cabernet sauvignon, 16% merlot, 5% syrah, 5% petit verdot. $115. Enólogo Adrián Manchón.

Ruca Malen Reserva De La Bodega 2009. 14,2% alc. Bodega Ruca Malen, Agrelo, Luján de Cuyo. 40% cabernet sauvignon, 28% syrah, 22% malbec, 10% petit verdot. $95. Enólogo Pablo Cúneo

Zorzal Field Blend 2009. 14,4% alc. Bodega Zorzal Wines, Gualtallary, Valle de Uco. Co-fermentación de cabernet sauvignon y malbec. $95. Enólogo Juan Pablo Michelini.

Melipal Blend 2009. 14,9% alc. Bodega Melipal, Luján de Cuyo. 61% malbec, 31% petit verdot, 8% cabernet franc. $95. Enólogo Martín Tosolini.

Cavas De Crianza 2009. 14,5% alc. Bodega Clos De Chacras, Luján de Cuyo. 40% malbec, 30% cabernet sauvignon, 30% merlot. $72. Enóloga Marcela Alberto




Con un pequeño grupo de amigos pusimos manos a la obra durante una noche de septiembre, acompañados de la infaltable picada y empanadas.

Los resultados fueron muy buenos, con un interesante nivel de calidad y muy parejo. Se destacó especialmente el Zorzal Field Blend, pero los demás también gustaron bastante, apenas un pelito mas abajo. Cabe mencionar la buena performance del Cavas de Crianza frente a vinos que costaban $25 o $40 mas.

El Zorzal mostró el perfil mas fresco y bebible, pero a su vez con una interesante complejidad, muy buena acidez y un final largo con muy agradable retrogusto frutal. El Ruca Malen tal vez sea su opuesto, es mas goloso y con buena estructura, mucha fruta negra madura, sin tanta frescura, de todos modos es un vino muy disfrutable. El Cuvelier fue el mas elegante, reflejando claramente el estilo buscado por la bodega en todos sus vinos. El Melipal fue el que mostró mas notas herbáceas (agradables), tal vez debido al buen aporte de petit verdot en su composición, pero también con buena estructura y un final largo. El Cavas de Crianza es el que se ajusta a un perfil más tradicional, sin ser un full-bodied se mostró fresco y muy equilibrado.

Por suerte todos mostraron un gran nivel, cada uno a su manera demuestra ser un vino que vale la pena volver a comprar. También los encontré a todos bastante ajustados a su precio. Pero lo mas importante fue ir confirmando, junto a otras experiencias, que este es el camino. Aprecio los varietales, un malbec o un cabernet en su máxima expresión suelen ser también grandes experiencias, pero mejor si vienen cortados con alguna cosita que enriquezca la suma final. De esa manera se multiplican los planos o capas gustativos y ya no es sólo un camino unidireccional.